Personas con Trastornos de la Personalidad: Controladores, Abusadores, Manipuladores y Personas que Usan a Otras en sus Relaciones, Page 2

Traducción al español de “Understanding Personality Disorders in Relationships”.

Categoría B (Parte 2)

Los profesionales de salud mental han identificado diez tipos de trastornos de la personalidad, cada uno de ellos con su propio patrón de conductas, emocionalidad y síntomas. No obstante, personalmente he observado que todos los individuos que sufren trastornos de la personalidad que comprenden la Categoría B, tienen características esenciales que forman la base de cada trastorno de personalidad específico. Algunas de esas características esenciales son las siguientes:

Egocentrismo
Con frecuencia oímos la frase “Se trata de mí”. Cuando tomamos decisiones, las personas saludables tienen en cuenta las necesidades y los problemas de los demás, al igual que los propios. Una persona con un trastorno de la personalidad sólo piensa en sus propias necesidades y preocupaciones. Pueden utilizar el dinero para cubrir las necesidades de su familia con el mero fin de satisfacer sus propios propósitos. Un hermano con un trastorno de la personalidad puede intimidar a sus padres ancianos para obtener dinero o manipular una situación legal para eliminar a sus hermanos del testamento. En la mayoría de los casos, si una persona con un trastorno de la personalidad se comunica con nosotros, establece ese contacto para satisfacer SUS propósitos, no los nuestros.
Renuencia a aceptar la responsabilidad personal por su conducta
Las personas con un trastorno de la personalidad casi nunca aceptan su responsabilidad personal de sus conductas. Estas personas culpan a los demás, recurren a excusas, alegan malos entendidos y luego se describen como las víctimas de una situación en sí. Aquellos individuos que abusan físicamente de otros, de hecho, culpan a las víctimas del abuso o el ataque. A menudo, las víctimas oyen cosas como: “¡Ha sido tu culpa! ¿Por qué me has hecho enfadar?” Este aspecto de los trastornos de la personalidad resulta muy dañino, especialmente cuando quien padece el trastorno de la personalidad es uno de los padres. Ellos culpan a sus hijos por sus conductas abusivas, de descuido (negligencia o abandono) o disfuncionales. Se les dice a los niños que ellos son responsables por los berrinches, el consumo de alcohol o sustancias tóxicas, la falta de empleo, la pobreza, la infelicidad, (etc.) de los padres. Durante un divorcio, el padre que sufre un trastorno de la personalidad, con frecuencia culpa a sus hijos.
Auto-justificación
Las personas con un trastorno de la personalidad no piensan, ni razonan, ni sienten o se comportan con normalidad. Sin embargo, habitualmente justifican TODAS sus conductas. A menudo, su justificación proviene de la idea de que han sido víctimas de la sociedad o de otras personas y, por consiguiente, eso justifica sus conductas manipuladoras, controladoras, delictivas o abusivas. Una justificación común de los delincuentes es culpar a la víctima del delito que ellos han cometido, como cuando oímos: “Fue su culpa (culpa de la víctima) que recibió un disparo. Tendría que haberme entregado el dinero más rápido”. Los adultos saludables encuentran que es imposible razonar con una persona que padece un trastorno de la personalidad, ya que sus justificaciones son imposibles de comprender.
Derechos
Las personas con un trastorno de la personalidad tienen un fuerte sentido de “tener ciertos derechos”, sienten que merecen respeto, dinero, fama, poder, autoridad, atención, etc. Algunos individuos sienten que tienen derecho a ser el centro de atención, y que cuando eso no ocurre, tienen derecho a crear un escándalo o un alboroto para lograr esa atención. Este derecho también genera la justificación de castigar a los demás por parte de la persona con un trastorno de la personalidad. Si usted viola alguna de sus reglas o no cumple con alguna de sus demandas, ellos se sienten con derecho a castigarle de alguna manera.
Emociones superficiales
Las personas saludables siempre se sorprenden y quedan perplejas ante el hecho de que una persona con un trastorno de la personalidad es capaz de desvincularse de una pareja rápidamente, continuar con su vida y mostrar muy pocas emociones, como el remordimiento o la angustia. Una persona con un trastorno de la personalidad puede hallar otra pareja inmediatamente después de una ruptura, generalmente, a los pocos días de la ruptura. Estas mismas personas también pueden desvincularse rápidamente de su familia y sus hijos. Pueden enfadarse con sus padres y no comunicarse con ellos durante años. Una persona con un trastorno de la personalidad puede abandonar a sus hijos, culpando al mismo tiempo a su cónyuge o pareja de su falta de apoyo e interés. Su capacidad de comportarse de esta manera se relaciona con las “emociones superficiales”. La mejor manera de pensar en las emociones superficiales es la de compararlas con tener un automóvil aceptable, por valor de $300.00 (192 euros). Usted ha realizado una inversión pequeña en el automóvil y mientras éste funcione bien, usted no tendrá quejas. Usted se toma el trabajo de mantener el vehículo, siempre que los gastos de mantenimiento sean bajos. Si se vuelve caro mantenerlo, debido a problemas mecánicos, es más económico abandonarlo y comprar otro automóvil de $300.00, que funcione bien. Así, si recorre una larga distancia, decidirá dejarlo atrás porque llevarlo consigo le resultará más costoso. Una persona con un trastorno de la personalidad tiene emociones superficiales y, con frecuencia, ve a las personas que le rodean como automóviles de $300.00. Su inversión emocional en los demás es mínima. Si el padre es muy problemático, rápidamente le deja de lado. Si los padres critican su conducta, entonces finalizan su relación con ellos… hasta que necesite algo.

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Moral circunstancial
Una persona con un trastorno de la personalidad se enorgullece en ser capaz de “hacer lo que tiene que hacer” para satisfacer sus demandas y sus necesidades. Posee escasos límites personales o sociales y, en los casos más severos, no se siente obligada por la ley y no duda en participar en actividades delictivas, si fuera necesario. El lema de una persona con un trastorno de la personalidad es: “el fin justifica los medios”. La moral circunstancial crea conductas bastante extremas y muchas personas que padecen un trastorno de la personalidad, no dudan en lastimarse a sí mismas o a los demás, con tal de satisfacer sus necesidades. Aquellas acciones que frecuentemente se perciben como manipuladoras son las herramientas del oficio de una persona que padece un trastorno de la personalidad, e incluyen la mentira, la deshonestidad, las estafas, la intimidación, las confabulaciones y las actuaciones. Muchas personas con trastornos de la personalidad son verdaderos “camaleones sociales” y luego de evaluar a una víctima o pareja potencial, modifican su presentación para que resulte más eficaz. Las personas con trastornos de la personalidad severos no dudan ni un instante en lastimarse a sí mismas y se inflingirán cortes, tomarán sobredosis, amenazarán con suicidarse o se dañarán a sí mismas con el objeto de retener a su pareja a través de la culpa y la obligación.
Narcisismo y vidas fútiles
Los trastornos de la personalidad tienen una fuerte influencia sobre el estilo de vida del individuo. Con frecuencia, las personas con los trastornos de la personalidad de la Categoría B llevan una doble vida – una “vida real” y una vida imaginaria que presentan a los demás y que está plagada de excusas, verdades a medias, engaños, decepciones y estafas, mentiras, fantasías e historias preparadas con un propósito específico. Los abusadores físicos que fueron separados legalmente, y por la fuerza, de sus hijos y cónyuges elaboran historias dónde los familiares políticos conspiraron con la policía para separarlos de sus hijos, a quienes aman profundamente. Su encarcelación suele interpretarse como: “Yo me hice cargo de la culpa de mi amigo para que él pudiera continuar trabajando y apoyando a su familia”. Uno de los principales hallazgos dentro de los trastornos de la personalidad ha sido una vida fútil – esto da cuenta de un talento y un potencial increíbles, pero una vida muy pobre por lo que refiere al éxito social u ocupacional. Es una vida llena de excusas y engaños. Los “perdedores o fracasados”, narcisistas y antisociales, a menudo prometen cruceros románticos que nunca se concretan, o tienen alguna razón por la cuál su pareja necesita colocar a su nombre el automóvil que compró. Sus vidas suelen estar acompañadas de irresponsabilidad económica, desempleo crónico, problemas legales y situaciones de vida inestables dentro de su comunidad. Sus conductas, por lo general, agotan emocionalmente a quienes les rodean – algo que las personas con un trastorno de la personalidad explican con la frase: “Mi familia y yo no nos llevamos bien”. Podemos estar seguros que, sin importar el tipo de situación que esté presente en la “vida real” de una persona con un trastorno de la personalidad, siempre habrá una excusa que la justifique.
Disturbio social
Nunca existe una relación tranquila, pacifica o estable cuando nos vinculamos con aquellas personas que sufren algún trastorno de la personalidad de la Categoría B. Su necesidad imperiosa de ser el centro de atención y controlar a todos los que le rodean aseguran un estado de drama, agitación, discordia y angustia, casi permanentes. Un individuo con un trastorno de la personalidad crea dramas y alborotos en casi todas las circunstancias sociales. Los días festivos, las reuniones familiares, las salidas dentro de la comunidad, los viajes y hasta las compras son convertidos, frecuentemente, en una pesadilla social. Las personas con un trastorno de la personalidad también generan disturbios en su sistema familiar. Son el centro de enemistades, rencores, malos sentimientos, celos y diversos problemas. Si usted tiene un familiar al que le disgusta ver llegar a una reunión o una cena familiar – probablemente esa persona tenga un trastorno de la personalidad.
La manipulación como una forma de vida
Para satisfacer nuestras necesidades emocionales, sociales y personales cotidianas, las personas saludables contamos con una diversidad de estrategias que empleamos como: tomar acción personal, solicitar algo a alguien con cortesía, hacer tratos, ser honestos, etc. Las personas sanas también usan la manipulación como una de sus muchas habilidades sociales – como comprarle a alguien un presente para que se sienta mejor, hacer comentarios o dar indicios de que se desea algo, etc. En el caso de las personas con un trastorno de la personalidad, a pesar de las diversas estrategias sociales disponibles, la manipulación es su método preferido para obtener lo que desean o necesitan. Las manipulaciones de una persona que padece un trastorno de la personalidad – combinadas con sus emociones superficiales, su sentido del derecho y su egocentrismo – pueden ser extremas. Para lograr sus metas y objetivos, las personas con una personalidad antisocial suelen amenazar, acosar, intimidar y atacar a quiénes les rodean. Las personas histriónicas pueden crear situaciones dramáticas, amenazar con dañarse a sí mismas o causar un escándalo social. Las personalidades narcisistas pueden enviar a la policía o una ambulancia a su hogar si usted no responde a sus llamadas telefónicas, utilizando el pretexto de que estaban preocupadas por usted. Su verdadero objetivo es el de asegurarle que sus llamadas telefónicas DEBEN ser respondidas o pagará las consecuencias. Las personalidades limítrofes o “borderline” pueden dañarse a sí mismas en su presencia. En una relación con una persona que sufre un trastorno de la personalidad nos enfrentamos constantemente con una colección de patrones o esquemas, situaciones, manipulaciones e interacciones que tienen un propósito subliminal… su propósito personal.
La brecha entre lo que se dice y lo que se hace
Conocemos a las personas a través de dos demostraciones de su personalidad – lo que dicen y lo que hacen. Una persona honesta tiene charlas, conversaciones o hace promesas que coinciden con sus conductas casi el 100% de las veces. Si le pide dinero prestado y le asegura que le devolverá el dinero el viernes, y luego se lo devuelve el día viernes, usted está frente a una persona honesta. Conforme observamos estas coincidencias con frecuencia, podemos entonces confiar más en esa persona en el futuro. Cuanto más grande sea la brecha entre lo que una persona dice o promete y lo que esa persona hace, mayores son las posibilidades de considerar a esa persona como deshonesta, no confiable, irresponsable, etc. Debido a las emociones superficiales y la moral circunstancial, que se observan con frecuencia en las personas con un trastorno de la personalidad, la brecha entre lo que ellas dicen y hacen puede ser muy grande. Las personas con un trastorno de la personalidad suelen asegurar a sus cónyuges que los aman, mientras mantienen una relación extramatrimonial al mismo tiempo; pueden pedir dinero prestado sin intención de devolverlo; prometer cualquier cosa sin intención de cumplir sus promesas; y asegurarle que son sus amigos, mientras se dedican a divulgar rumores maliciosos acerca de su persona. Como regla: juzgue a una persona por su conducta, más que por lo que dice o promete.
Padres disfuncionales
Normalmente, algunas personas con un trastorno de la personalidad suelen ser padres. No obstante, suelen ser padres disfuncionales. Los padres que sufren un trastorno de la personalidad a menudo ven a sus hijos como una carga que les impide alcanzar sus metas personales, suelen sentir celos por la atención que reciben sus hijos, suelen competir con sus hijos mayores y, con frecuencia, intentan satisfacer sus metas personales a través de sus hijos. Los padres con un trastorno de la personalidad controlan a sus hijos a través de la manipulación, preocupándose muy poco acerca de cómo su método de crianza influirá, posteriormente, en la vida y en la personalidad de sus hijos. Los padres que sufren un trastorno de la personalidad suelen ser hipercríticos, dejando al niño con el sentimiento de que es incompetente o que no tiene valor como persona, que no merece nada. En casos extremos, los padres antisociales comenten delitos como descuidar, abusar o explotar a sus hijos y, por lo general, les enseñan a convertirse en delincuentes. Los padres delincuentes a menudo usan a sus hijos para robar o transportar drogas con el fin de evadir cargos penales como adultos, permitiendo que los niños enfrenten los cargos legales. Los cónyuges con un trastorno de la personalidad suelen tener celos de la atención que su pareja les brinda a los niños en el hogar y, con frecuencia, los niños son el blanco de abusos verbales debido a sus celos. El narcisismo y las emociones superficiales de un padre con un trastorno de la personalidad dejan a los niños sintiéndose no amados, no queridos, no merecedores de nada y no apreciados.

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